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imió la tarde, rompió el silencio
del triste jardín del aquel ángulo
oscuro del universo.
Los pájaros azules y las mariposas sedientas,
bebieron sus lágrimas,
lloraron con ella.
Parada en la ventana, tomó entre sus manos la paloma
sedienta.
Con pies inseguros, marcho a tientas.
(No fue en vano su andar sobre la hierba).
Sonrió con leve sonrisa, con movimiento
de ninfa agitó su mano pequeña.
La tarde atónita salió a su encuentro.
Ella recogió una vasija de agua de manantial
que brotaba de la inamovible peña.
Así, serenas, tarde, mujer y paloma bebieron
juntas el agua fresca. El sol como un intruso
atravesó la copa de los árboles, se unió a la fiesta.
Dios ilumino con luz inexorable, el ángulo oscuro
de aquel pequeño universo, hoy se escuchan risas, trinos,
y un ángel cuida el jardín,
mientras ella adora Dios con canciones tiernas.
Autora: Laureana Acuña
Derechosa reservados
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